Nos quedaba unas horas para coger el vuelo de vuelta a casa. Se nos ocurrió dar un último paseo por la ciudad y acabamos llegando al Soho. Allí caminamos bajo una fina lluvia de primavera que hacia resplandecer los adoquines de sus calles y teñía de rojo las fachadas de sus edificios.
Al girar la esquina de Prince St, allí nos estaba esperando el Fanelli Cafe, un restaurante pequeño y familiar, de manteles de cuadros y servilletas de papel. Su menú sencillo pero meticuloso, hizo que aquella última comida en la ciudad nos resultara deliciosa y exquisita. Por un momento, nos sentimos parte de aquella ciudad, parte de sus día a día, parte de su vorágine forma de ver la vida. Y desde Fanelli Cafe, desde la mesa junto a la ventana, nos despedimos de New York hasta la próxima vez.
La canción que acompaña a este texto es "This is The Day "de Manic Street Preachers
Al girar la esquina de Prince St, allí nos estaba esperando el Fanelli Cafe, un restaurante pequeño y familiar, de manteles de cuadros y servilletas de papel. Su menú sencillo pero meticuloso, hizo que aquella última comida en la ciudad nos resultara deliciosa y exquisita. Por un momento, nos sentimos parte de aquella ciudad, parte de sus día a día, parte de su vorágine forma de ver la vida. Y desde Fanelli Cafe, desde la mesa junto a la ventana, nos despedimos de New York hasta la próxima vez.
La canción que acompaña a este texto es "This is The Day "de Manic Street Preachers
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